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viernes, abril 19, 2024

Mario Marín y su legión de prestanombres

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Imaginemos a Mario Marín —dijo el gobernador Miguel Barbosa— caminando por el Centro Histórico de Puebla acompañado por sus prestanombres.

Muy contentos, todos.

Muy orondos.

Palabras más, palabras menos, así lo dijo el viernes anterior, una vez que un reportero le comentó lo dicho en la Mañanera del presidente López Obrador: que el exgobernador está por obtener un amparo que lo dejaría en libertad.

¿Se imagina el hipócrita lector la escena dibujada por Miguel Barbosa?

Imposible.

Sobre todo, ahora que el huésped de Casa Aguayo dejó en claro que se harán las investigaciones pertinentes sobre el oscuro pasado marinista.

Eso significa, en buen español, que se llegará a fondo en delitos que aún no han prescrito y que tienen que ver con el personaje de triste memoria.

Los archivos son notables y brutales.

Entre los prestanombres —cómo olvidarlo— está Pepe Tomates, en cuyo yate Marín acostumbraba beber calimochos con Único, de Vega Sicilia, y Coca-Cola.

Las anécdotas son de terror, aunque en su momento congregaron a muchos que hoy padecen de flaca memoria.

Pepe Tomates, por ejemplo, es uno de los que sigue viviendo su extraordinary life marinista en la enorme exhacienda Ojo de Agua, una antigua cuenca lechera que adquirió en los tiempos en que Marín era Dios en el Poder.

Fuentes dignas de crédito han señalado a Pepe Tomates como prestanombres de Marín y patrocinador, faltaba menos, de la defensa jurídica de éste.

Hace unos días publiqué unas líneas muy vigentes:

“Mario Marín cuenta los días que faltan para marzo de 2023, cuando sus abogados le han dicho alcanzará la libertad. Marzo es el mes marcado. El optimismo va al alza conforme se acerca la fecha. Lo único que espera es que el escándalo mediático que provoque su eventual salida no le perjudique. Sabe bien que Lydia Cacho crearía tal revuelo que dicho escándalo podría frustrar su salida. Sus abogados avanzan con cautela, cuidando hasta el último detalle. Un conocido suyo, Kamel Nacif, ya resolvió su situación jurídica y se pasea tranquilamente por Estados Unidos, donde vive, y la república mexicana. Viene a México, sí, pero no a Puebla. ¿Sigue jugando? A veces. Ya no con la asiduidad de antes”.

¿En qué han estado trabajando los abogados de Marín pagados por Pepe Tomate?

En la redefinición de la palabra “tortura”.

El abogado Marco Antonio Márquez, egresado de la Escuela Libre de Derecho de la ciudad de Puebla, es quien llevó el caso de Kamel Nacif —hasta la obtención de su libertad— y a quien los abogados de Marín han consultado recurrentemente.

Sus amigos le llaman El Hermano Márquez.

Algunos de sus clientes lo conocen simplemente como El Mofles.

Defendió con éxito, entre otros, a Raymundo Zamudio Muñoz, procurador de Puebla en la administración de Gonzalo Bautista O’Farril.

Ante la eventual liberación de Marín, el gobierno de Miguel Barbosa tendría listo el protocolo de bienvenida.

Y será, ufff, inolvidable.

Por cierto:

El presidente recordó en su Mañanera del viernes que Marín y Felipe Calderón sellaron un acuerdo que permitió la exoneración del exgobernador en la Suprema Corte, acto en el que tuvo un papel protagónico la exministra y senadora Olga Sánchez Cordero.

En esa operación participó también Manuel Espino, a la sazón presidente del CEN del PAN.

Como lo narré en su momento, Marín y Espino se reunieron en privado para acordar los términos del acuerdo.

Muy solícito, acompañó a su jefe Eduardo Rivera Pérez, a la sazón dirigente estatal del PAN.

Tras darle un saludo afectuoso a Marín, el hoy alcalde de Puebla esperó a que ambos personajes se pusieran de acuerdo en un pasillo.

Ahí se gestó el oprobioso acuerdo que culminó con el fraude electoral de 2006 en contra de López Obrador.

 

El retorno. La Quinta está de regreso después de un merecido descanso para los hipócritas lectores.

Un abrazo a todos.

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