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miércoles, abril 24, 2024

Las Cabezas de Marranos y las Complicidades Sospechosas

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Los mafiosos italianos lanzaban cabezas de cerdo a las puertas de las casas de sus enemigos o les enviaban flores a las futuras viudas.

Al recibir los ramos, ellas se enteraban que sus maridos morirían.

Nada está alejado de la política jamás.

Todo lo toca la política.

Eso lo sabe hasta un niño de seis años.

¿Qué tan ingenuo se necesita ser para creer que la política no opera en los penales?

Sobre todo cuando —como es el caso de Raciel López, ex titular de Seguridad Pública— alguien se va defenestrado y en medio del descrédito y la infamia, y una enorme rechifla celestial.

El chiapaneco armó tal estructura en el Cereso de San Miguel que tejió una red de complicidades con los grupos que controlan el penal.

En aras de vengar los agravios es capaz de cualquier cosa.

Un tipo tan mafioso sólo sabe aventar cabezas de marrano.

Y eso, oh sí, es política.

Política mexicana, pero política.

La política y los políticos están en todos lados.

Un caso muy reciente:

La aprehensión de Facundo Rosas tras haber atropellado a una señora de 63 años.

Iba en su Toyota con la preocupación de haber sido llamado días atrás a declarar como supuesto testigo en el tema Rápido y Furioso.

Contra todo pronóstico, no recurrió a un chofer para que lo trasladara.

Alguien en su situación tendría que haber tomado todas las precauciones.

El caso es que al volante de su camioneta Toyota arrolló a una señora.

Lejos de darse a la fuga, esperó la llegada de la policía.

Y declaró que no había visto a quien poco tiempo después moriría.

Una vez en las oficinas del Ministerio Público, Facundo Rosas supo que la Marina estaba detrás suyo.

¿Quién movió las piezas del tablero?

Un Dios superior que despacha en Palacio Nacional.

Su error: haber estado ligado alguna vez a Genaro García Luna, a quien Andrés Manuel López Obrador señala casi todos los días como protegido del ex presidente Felipe Calderón.

García Luna, sí, el mismo que es juzgado en Estados Unidos por proteger al Chapo Guzmán.

Facundo Rosas pasará muchos años en prisión

Cuaando menos estará ahí el resto del sexenio.

¿Qué fuerza se impuso en esta trama?

La fuerza del destino, sí (oh, Verdi), pero sobre todo la fuerza de la política.

Rosas sirve para los tiempos políticos que vienen: la revocación de mandato, entre otras cosas.

Antes, en el pasado inmediato, Mario Ayón —recientemente fallecido— presumía de tener un control absoluto en materia de seguridad durante el sexenio de Mario Marín.

Los malpensados decían en voz alta que había pactado con la delincuencia organizada.

Eran los tiempos en que Benjamín Arellano Félix vivía en un conocido fraccionamiento poblano con el aval de los jefes policiacos del marinismo.

Ni una mosca lo tocaba.

De no ser por la Marina —que operó sin avisarle a nadie—, el mayor de los Arellano hubiese huido.

Quien sí lo hizo, resguardado por esos mismos jefes policiacos, fue Arturo Beltrán Leyva, el Barbas, quien salió de Puebla para cumplir su destino fatal en Cuernavaca, donde otra vez la Marina lo cercó y lo mató.

Cuando un gobernante desmantela los modelos de negocios del crimen organizado (léase también: clase política) enfrentará situaciones como las vividas, por ejemplo, con la Trama Tadeo.

Es decir: los agraviados le aventarán una cabeza de marrano con el concurso de personajes ávidos de saciar sus glándulas suprarrenales.

Lo más fácil sería, como en el marinismo, hacer acuerdos con las mafias —incluida la chiapaneca— y subirse a una hamaca.

El gobernador Barbosa tomó la ruta más complicada, sí, pese a los costos políticos.

Aceptar la otra opción sería continuar el camino de jefes policiacos como los que hoy están en el exilio o en la prisión.

Por cierto:

En otra ocasión abordaré la extraña cercanía que hay entre las fundaciones que dicen defender a las mujeres vulnerables.

Algunos de los mafiosos de los que aquí hablamos habitan en esas coladeras.

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