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viernes, abril 19, 2024

Los alcahuetes panistas del marinismo

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Este martes publiqué que la promiscuidad política alcanzaba a muchos panistas.

Y puse un ejemplo sin mencionar nombres.

Lo hice porque en esta segunda parte de mi columna sobre el Yunque y la doble moral voy a ser más explícito.

Vea el hipócrita lector cómo operaron por Javier López Zavala dos panistas que estuvieron muy activos en los últimos días tratando de sobredimensionar el dicho del gobernador Miguel Barbosa acerca de los promiscuos.

Dichos panistas —Augusta Díaz de Rivera y Humberto Aguilar Coronado— aparentaban estar con Rafael Moreno Valle cuando en realidad eran alcahuetes del marinismo.

Comparto con el lector estos fragmentos de una novela que publicaré en los siguientes meses:

“El candidato del PRI, López Zavala, llegó a su Casa de Campaña antes de las cinco y se encontró ahí a Juan Pablo Vergara y a Arturo Rueda, quienes se habían despedido de Javier Sánchez Galicia después de ser testigos del virtual triunfo del candidato del PAN: Moreno Valle. Antes de despedirse, Sánchez Galicia dijo una de las frases que lo inmortalizaron en relación a Zavala: ‘El candidato ya venía enfermito’.

“—¿Qué pedo, uey? ¿Que ya te chingó Moreno Valle? —le preguntó Rueda a Zavala.

“—Ja. Para nada, Arturito. Ahorita te digo cómo vamos.

Entonces le pidió a Óscar de la Vega que se comunicara con el panista Humberto Aguilar Coronado.

“—Ya llamó, Javier. Dice que en la última encuesta de Moreno Valle sigues ganando por cinco puntos.

“Zavala estalló en júbilo. Vergara y Rueda no entendían nada, pues en las encuestas a las que tuvieron acceso con Sánchez Galicia el escenario era totalmente distinto. Saliendo de ahí, Vergara recibió una llamada de Manzanilla. De inmediato le preguntó si era cierto que Zavala iba ganando por cinco puntos. Manzanilla soltó una carcajada y dijo que lo que le acababa de decir confirmaba quién era el infiltrado en los cuartos de guerra. Luego los invitó a que fueran al Presidente Intercontinental porque ya iba a empezar la celebración del triunfo morenovallista.

“(…) El mariachi del Osito Polar llegó al hotel Fiesta Inn a las seis y media de la tarde.

“De inmediato empezó a cantar “Zavala, Zavala, Zavala”. Ya había priistas reunidos, aunque con rostros de incertidumbre. Rosita, la de la Resurrección, animaba con su corpulencia y sus palmadas a los licenciados que esperaban al candidato. “¡Quiten esas jetas!”, les pedía al tiempo de cantar “Tú eres mi hermano del alma, realmente mi amigo”.

“Vergara y Rueda llegaron al salón del Presidente Intercontinental donde empezaba la celebración de Moreno Valle. Ahí andaba, bebido, Jorge Kahwagi. Repartía abrazos sin saber a quién. Su nueva cirugía apenas estaba agarrando forma. Humberto Aguilar Coronado y Augusta Díaz de Rivera veían el entusiasmo de los morenovallistas a la distancia. Beto no daba crédito de lo que pasaba. Sus datos eran otros. El propio Manzanilla, hoy eufórico, le había dicho que iban abajo cinco puntos. ¿Qué sabían ellos que él no?

“—¿Qué pasó, Tigre, por qué esa cara? ¡Ya ganamos!

“—Sí, Fer, sí, Fer —respondió titubeante.

“Los meseros repartían champaña y vino tinto. El próximo gobernador no llegaba todavía. Desde una suite de ese hotel hacía llamadas con todo mundo: Felipe Calderón y Elba Esther Gordillo, sobre todo. Vivía su euforia de otro modo. “Una llamada entró a su celular: era Armando Etcheverry, el candidato del Partido del Trabajo.

“—¡Atiende a éste! —le dijo a uno de sus auxiliares—. ¡Ha de querer dinero!

“En efecto: Etcheverry quería cobrar su silencio en el debate, las manos caídas contra Moreno Valle y su calidad de bulto en la contienda”.

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