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viernes, abril 19, 2024

Lili Téllez y la Operación Marrano

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A esto hemos llegado: “Todos estamos haciendo psicología personal” en el tema de la sucesión de 2024.

La feliz frase es de una analista cada vez más notoriamente infeliz: Denise Dresser.

El presidente López Obrador nos ha engañado con la verdad en cuanto a su propia sucesión.

La psicología personal nos dice que su candidata es Claudia Sheinbaum.

Y hasta pone tiempos electorales.

Hace unos días dejó en claro que en agosto se resolverá la parte presidencial, y que entre enero y febrero vendrán las nominaciones a las gubernaturas.

La política de la 4T no tiene pierde: primero el uno, luego el dos.

Bajo esa lógica impecable no hay forma de equivocarse.

Del otro lado —en el sector de la oposición—, la duda generalizada es lo que abunda.

No saben quién enfrentará a la Jefa de Gobierno.

Andan entre un perfil intelectual y Lili Téllez.

Lo primero les ganaría respeto.

Lo segundo, burlas propias y extrañas.

Eso sí: en términos de mercadotecnia lo más eficaz sería postular a la exlocutora de Televisión Azteca.

No ganaría la Presidencia, pero llenaría de lodo la contienda.

A esto hemos llegado: a no ganar, pero competir de la peor manera.

A no ganar, pero cubrir de lodo.

A los opositores les duele la forma en la que el presidente López Obrador enfrenta los señalamientos en contra de sus hijos.

Nada parece afectarle.

Todo se le resbala.

Nadie mancha el traje blanco del huésped de Palacio Nacional.

Todos tenemos claro que una elección se gana con emociones.

Así ganó las suyas (2006 y 2018) el propio presidente.

Así ganó Fox el año 2000.

Sheinbaum —juran los analistas— es fría y cerebral, y está lejos de las emociones.

Por eso buscan empujar a Lili Téllez, quien si una emoción genera es el rechazo.

A esto hemos llegado:

A buscar emociones en la politiquería.

De ese tamaño es la oposición descabezada que enfrentará a Morena.

Un ensayo —El Votante de AMLO— de Rodrigo Castro Cornejo da luz sobre la personalidad del presidente.

Vea el hipócrita lector:

“En general, la luna de miel de un presidente dura entre seis y doce meses. Alrededor de un año después del inicio de la administración, empieza la segunda etapa; ésta inicia tras un declive en la aprobación presidencial. A medida que se acercan las próximas elecciones presidenciales inicia la tercera etapa de la aprobación presidencial, en tanto que la popularidad del presidente aumenta ligeramente, en parte por el uso político del presupuesto. Es decir, el ciclo de la aprobación presidencial tiene la forma de una U parcial, con un inicio muy favorable, seguido por un declive y una ligera recuperación hacia el final de la administración”.

Si le hacemos caso al experto, las elecciones de 2024 encontrarán a AMLO en su mejor momento.

No hay forma de ganarle.

Por eso la apuesta sólo parece ser una:

Postular a Lili Téllez para que llene de lodo la contienda.

El enigmático Plan B descabezado. Si el Plan B en materia electoral es destrozado en la Suprema Corte, como se prevé, los especialistas en Derecho Electoral tendrán que ingeniárselas para salvar a sus clientes.

Y es que todo entrará en el terreno de la interpretación de la ley.

Todo se volverá una vez más subjetivo.

No basta con evitar frases tan directas como “vota por”, “apoya a”, “emite tu voto por”, “(X) a (tal cargo)”, “vota en contra de”, “rechaza a”…

Si el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación concluye que hay carnita, el tema de los actos anticipados de campaña se volverá una pesadilla.

Y todos, absolutamente todos, se llenarán de impugnaciones.

¿Cuántos se salvarán?

Es un enigma.

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