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miércoles, abril 24, 2024

El horroroso caso que está horrorizando a la horrorosa sociedad

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¿Quién es más propenso a ser un delincuente sexual: un estudiante de la universidad Iberoamericana Puebla o uno de la BUAP?

Para la directora del jardín de niños Tonathiucali no hay la menor duda: el segundo.

¿Qué la llevó a justificarse de esa manera ante un grupo de indignados padres que le reclamaban que sus pequeñas hijas hubieran sido agredidas sexualmente por un estudiante que estaba haciendo su servicio social en esa institución?

La idea de que el estudiante de la Ibero —que anda en los veinte años de edad— es un niño bien, a diferencia de un modesto estudiante de la BUAP que suele provenir de hogares modestos.

(Nota Bene: Estoy traduciendo a la cómplice de esas agresiones).

Un niño bien de la Ibero no va a andar abusando de las niñas de tres años de edad.

¡Faltaba más!

No tiene necesidad de eso porque viene de un hogar de clase media alta y estudia en una universidad llena de valores —éticos y religiosos—, y hasta acude a misa los domingos.

Vaya: es más adicto a las hostias que a los tacos, cosa que lo hermana con los yunquistas poblanos.

Un estudiante de la Ibero que convive con menores de edad no se va a andar cambiando el nombre para cometer sus ataques sexuales.

En la lógica de la ya exdirectora del jardín de niños —llamada Guillermina—, un estudiante de la BUAP sí lo haría.

Pero resulta que el Niño Ibero lo hizo, y les dijo a sus víctimas que se llamaba “Javier”.

Ese detalle habla de alevosía y ventaja.

Ya sabía lo que haría y desde ese momento empezó a crear subterfugios (excusas artificiosas, vaya).

Cuando las niñas hablaban, pues, de “Javier” en sus casas, las mamás creían que éste era un compañerito.

Ya se sabe: hay niños groseros que les pegan a las niñas o se bajan los pantalones, o las tocan.

Por eso el que “Javier” hiciera algo parecido no encendió los focos rojos.

El problema se dio cuando descubrieron que “Javier” era un estudiante de la Ibero que hacía su servicio social.

Fue entonces cuando sobrevino la famosa y terrible frase de la entonces directora del jardín de niños: “¿Cómo un joven de la Ibero va a hacer eso? Si fuera uno de la BUAP sí lo creería”.

Guillermina protegió al agresor, cosa que ya la metió en problemas.

Si las investigaciones siguen su curso natural, habrá de pasar unos quince años en prisión.

¿Y qué le espera a “Javier”?

Una larga temporada en la cárcel.

¿Cuántos años?

¿Veinte, treinta?

Y algo peor: ya sabemos el infierno que viven entre rejas los abusadores sexuales.

¿Por qué hizo lo que hizo?

Porque pudo.

Y seguramente no fue la primera vez.

La suya fue una acción de poder.

El aforismo atribuido a Oscar Wilde es más vigente que nunca: “Todo tiene que ver con el sexo excepto el sexo. El sexo tiene que ver con el poder”.

(Los testimonios de las niñas son estremecedores. El estudiante de la Ibero se hacía pasar por mago para realizar sus miserias humanas).

Por cierto: el clasismo de la exdirectora del jardín de niños es curioso, una vez que ella no es una señora bien.

Al contrario: sus orígenes son modestos.

Incluso estudió en la BUAP.

¿Qué país estamos construyendo?

La historia ocurrió en el centro educativo Tonatiuhcali, del Grupo Voluntario Mexicano Alemán A.C., perteneciente a la fundación Casa del Sol, ubicado en la colonia Concepción La Cruz, en San Andrés Cholula.

Un profesor de Neurología también ha sido señalado por acciones similares.

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