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miércoles, abril 24, 2024

El hijo del papá que aprieta botones (no apta para cardiacos)

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Desde hace varias semanas, el gobernador Miguel Barbosa Huerta ha venido hablando de un personaje que en el contexto de un pleito inmobiliario amenazó a su rival con una frase digna de Santino Sonny Corleone:

“¡Acuérdate que mi papá aprieta botones!”.

La referencia parece inevitable, y lleva mentalmente —incluso al más ingenuo— a un siniestro ocurrido el 24 de diciembre de 2018: la caída del helicóptero en el que viajaban Rafael Moreno Valle y Martha Érika Alonso.

¿O a qué otros botones se refiere alguien que está amenazando a otro?

Y algo más:

¿Quién es el hijo y quién es el papá?

Conozco a padres que aprietan botones: los de los juguetes de sus hijos, por ejemplo.

Es claro que, en el tenor de una discusión por un tema inmobiliario, el hijo del papá que aprieta botones no se refería a ésos.

Escupir: “¡Acuérdate que mi papá aprieta botones!”, en el contexto de un pleito a gritos, no es poca cosa.

Es equivalente a que uno de los hijos del Chapo Guzmán le grite a un enemigo: “¡Acuérdate que mi papá hace pozole!”.

No cualquier pozole.

Pozole de carne humana en tanques llenos de ácido.

Quizás el hijo del papá que supuestamente aprieta botones andaba muy sobrado y jactancioso, y en aras de resolver por las malas un asunto inmobiliario soltó esa desafortunada frase sin medirla.

No lo sabemos.

Lo cierto es que la dijo.

La escupió.

Y sonó, inevitablemente, a Santino Sonny Corleone, el segundo hijo de don Vito.

El hipócrita lector se preguntará a estas alturas de la columna:

¿Y quién carajos es el hijo del papá que aprieta botones?

La respuesta es una:

Tony Gali López, mejor conocido como Junior.

En consecuencia: el exgobernador Tony Gali sería el papá que “aprieta botones”.

En la segunda parte de Miedo y Asco en Casa Puebla —saldrá en los próximos meses— refiero una curiosa anécdota que de manera inevitable es prima hermana de esta trama.

La comparto con el lector con cierto hormigueo en las vértebras lumbares:

Uno a uno fueron llegando los comensales al privado del restaurante La Única. Eran siete: Pepe Hanan, Arturo Luna, Ricardo Morales, Erick Becerra, Juan Pablo Vergara, Ricardo Gutiérrez y el exgobernador Tony Gali.

No se habían visto desde diciembre de 2018. Cuando menos en grupo. El tema inevitable fue la muerte de Martha Érika Alonso y Rafael Moreno Valle. El mesero se metió entre los abrazos y les llevó jabugo, vino y ron Zacapa.

Las reacciones seguían siendo de estupor, de sorpresa. Los diálogos se mezclaban. Se peleaban las palabras. El exgobernador narró su experiencia. Estaba en la casa de su suegra cuando le hablaron por teléfono para informarle del siniestro. Era la comida previa a Navidad. Su esposa Dinorah vio el rostro pálido y le preguntó qué pasaba. Él se quedó mudo. Soltó algún comentario, ofreció disculpas y se fue a su casa. Ahí estuvo hablando con todo mundo. Las horas se le fueron así.

Los comensales querían saber más. Se hacían preguntas sin respuestas. Gali aventuró una hipótesis de lo que pasó en el helicóptero:

“Todo iba bien cuando de pronto estalló un gas lacrimógeno que venía debajo de uno de los asientos. El humo provocó que los pilotos perdieran el sentido de las cosas. Seguramente hicieron movimientos bruscos. Ya podrán imaginarse las toses, los gritos, el humo por todos lados. Al parecer, Rafael alcanzó a abrir la puerta. Siempre viajaba del lado de la puerta. Es parte de los protocolos. Salió disparado hacia abajo. El helicóptero cayó después de él. Fue terrible. Espantoso”.

—¿Pero quién puso el gas lacrimógeno? —preguntó uno.

—Yo creo que nunca lo sabremos —fue la respuesta.

—¡Alguien cercano a la gente del taller en el que le daban servicio al helicóptero! —sugirió otro.

—¿Y quién activó el gas lacrimógeno?

—Se puede activar desde un teléfono celular.

Ufff.

Las preguntas no dejaban de hacerse. Tampoco escaseaban las respuestas.

—Supe que las cosas ya no iban bien entre ustedes —le dijo Vergara a Gali.

—Tuvimos diferencias al final. Querían que yo asumiera el costo político de incrementar la tarifa al transporte público.

—De hecho vi que no se saludaron el día en que Martha Érika rindió su primer discurso como gobernadora.

Vergara narró la escena posteriormente, ya sin el exgobernador: “Tony estaba caminando al final del acto y vio venir, abrazados, a Rafa y a Manuel Velasco, el gobernador de Chiapas. Rafa lo vio y se siguió de largo. Muy sonriente. Muy platicador. Tony pasó de lado sin inmutarse”.

Qué escena de poder, pensó Vergara.

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