18.2 C
Puebla
miércoles, marzo 12, 2025

¿A qué huele la traición en la política?

Más leídas

El presidente Juárez sintió varias veces la traición de sus más cercanos.

(La traición es un fuego lento que crece de abajo hacia arriba).

Lejos de romper la única levita que tenía —llena de remiendos y de polvo—, les buscó salida a los agravios de los miserables y dominó su mente.

(De ahí proviene la célebre frase de ponerse una bolsa de hielos en la cabeza, tan recurrente entre los políticos mexicanos).

Juárez, cuentan sus biógrafos, sintió la traición a la altura del hígado, aunque hay quienes la detectan en la zona del esternón.

Y no fue una vez que se enfrentó a ella.

Por eso se curtió en el combate.

De ahí para acá, muchos hombres de poder han lidiado con la traición.

Algunos, como Madero, la han olido, aunque demasiado tarde.

(Dicen que huele a zapato quemado. O a hule. O a sombrero de fieltro chamuscado).

Todos vieron venir la traición de Victoriano Huerta —el último presidente indígena de México—, menos Madero.

El presidente la olió, pero demasiado tarde.

En nuestros tiempos, cuentan que el presidente López Obrador supo quién lo iba a traicionar si le daba el bastón de mando.

Por eso no se lo dio, y se decantó por la doctora Sheinbaum.

(Este sábado, por cierto, irá a una boda a Atlixco quien pudo ser y no fue. Y será testigo de honor).

En la oficina presidencial, que tanto disfrutó el tabasqueño, éste narraba los distintos episodios de la traición que enfrentaron Juárez, Madero y Cárdenas.

Y lo hacía con una carcajada que coronaba la anécdota.

Quienes lo escuchaban no lo sabían, pero el presidente lanzaba el dardo con premeditación, alevosía y ventaja.

Y es que, como Madero, tenía una nariz educada en oler la traición.

(Quienes la han olido, dicen que huele a llanta quemada).

Pese a que apenas lleva cinco meses y medio en Palacio Nacional, la presidenta Sheinbaum ha empezado a sentir la traición —no de algunos de los suyos, de los ajenos— de un tiempo a esta parte.

No dice nada.

Sólo los ve con mirada científica.

(Como quien mira a una rana abierta en un laboratorio).

Los traidores, en tanto, trabajan en su posición de entenados en el arduo oficio de conspirar a espaldas de la víctima.

(El traidor siempre ataca por atrás. Y en las sombras).

La mirada de la presidenta parece decirlo todo.

Y esa sonrisa irónica que a veces la acompaña termina por cerrar esa ecuación.

(Si esto fuera teoría de números sería tan complicada como el último teorema de Fermat).

La traición…

Ah, la traición.

Notas relacionadas

Últimas noticias

spot_img
PHP Code Snippets Powered By : XYZScripts.com