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jueves, abril 25, 2024

Contextos y textos sobre la ausencia del presidente

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La ausencia pública del presidente duró cuatro días o 96 horas, como se le quiera ver, y después de no usar el atril de sus conferencias mañaneras, el viernes pasado reapareció públicamente. Y de nueva cuenta reinició sus narrativas por cerca de cuatro horas, para volver a meterle presión política a los temas de coyuntura nacional.  

También remarcó su asistencia a los desfiles del 1 y después al del 5 de mayo en Puebla, donde llevará a cabo su conferencia mañanera.  

El contexto de su ausencia y regreso se dio, cuando empezó una de sus giras por el sur del país, mismas que viene haciendo cada mes para supervisar su obra del Tren Maya. Esta vez y después de visitar Veracruz, en una reunión de balance en Yucatán, comenzaron a correr las versiones por las redes sociales, acerca de un desmayo del presidente. El Diario de Yucatán describió que el mandatario federal, se habría desvanecido en una reunión con empresarios y autoridades, para después ser trasladado al hangar militar y llevado a Palacio Nacional para su atención.  

Más adelante López Obrador, emitió un tuit, en donde señalaba que de nueva cuenta le había dado Covid-19 y se había resguardado, por lo tanto, quién atendería las conferencias sería Adán Augusto López Hernández.  

Las versiones y especulaciones fueron tan diversas, hasta que el propio secretario de Gobernación señaló que el presidente se encontraba bien y que pronto sería dado de alta. El mismo lunes, el secretario de salud, Jorge Alcocer, daría su parte médico afirmando que el presidente estaba estable. Así las cosas, desde el lunes 24 de abril, hasta el jueves de la semana que terminó, López Hernández, encabezó las conocidas mañaneras, bajo la misma línea.   

Para el miércoles 26, fueron citados 21 gobernadores de las entidades encabezadas por Morena. Los de oposición no fueron convocados. La reunión, según trascendió, fue para hablar sobre el tema de seguridad y algunos programas de Bienestar. Informados sus gobernadores, por la tarde saldría hablar ante la opinión pública, en un video bien editado, subrayando lo que había sucedido, asegurando que estaba bien y de buenas.  

Las especulaciones bajaron de tono al mínimo, las dudas se esfumaron y las interpretaciones dejaron de existir. Para dar paso a su estrategia mediática de cuestionar con todo a sus adversarios, bautizados por él, como “conservadores”.  

Bajo otro contexto y haciendo válida su presencia intangible, su fracción parlamentaria en la Cámara de Diputados y sus aliados, aprobarían sin más, todas las leyes e iniciativas que les turnó:  

Ley General de Salud; Ley en materia de Humanidades, Ciencia, Tecnología e Innovación; Ley de Vías de Generales de Comunicación; Ley Reglamentaria de Servicio Ferroviario; Ley en materia de protección del espacio aéreo y la Ley General de Turismo, entre otras.  

Después, en el Senado de la República, la tribuna le sería arrebatada por los senadores del bloque opositor al presidente de la mesa directiva, Alejandro Armenta, quiénes reclamaron el no cumplimiento del acuerdo para nombrar al comisionado faltante del INAI, previamente pactado y quien a la hora de la votación perderían.  

Esta situación generó una crisis parlamentaria por momentos en el Senado, llevada al límite, tomada por los senadores opositores, con recesos y enfrentamientos entre ellos.   

Hasta que por la tarde-noche, el grupo parlamentario de Morena y sus aliados, fueron llamados por el presidente a Palacio Nacional, quien, junto con los cuatro aspirantes a sucederlo, para mostrar su unidad, decidieron hacer la plenaria a costa de todo y aprobar todos los dictámenes enviados por la Cámara de Diputados.   

Por supuesto que así lo hicieron y no dejaron que el reloj parlamentario les ganará, para un extraordinario.  

Las decisiones se cumplieron en el marco de estos contextos y el regreso del presidente se alzaría con sus victorias tanto en la Cámara de diputados como en el Senado de la República.  

Conclusión:  La historia del presidencialismo mexicano sigue vigente, los hechos políticos de la semana pasada lo dejaron de manifiesto.   

La tensión política en el país y la llamada polarización social son elementos que estarán presentes de aquí hasta 2024.  

La imagen del presidente con los cuatro aspirantes a sucederlo —y no sólo tres— es el símbolo de una unidad a toda costa que buscan tener.  

El poder establecido está cimentando sus reformas de su llamada transformación, para tener todo el tiempo necesario para conducir la sucesión presidencial. Con una oposición muy endeble, sin proyecto aún, sin ideas políticas y de papel.  

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