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jueves, abril 18, 2024

Réquiem por Nala

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“Todos los hombres son dioses para su perro.  

Por eso hay gente que ama más a sus perros  

que a los hombres” 

Aldous Huxley 

 

“Todo el conocimiento, la totalidad de preguntas y  

respuestas se encuentran en el perro” 

Franz Kafka 

 

I 

Hace casi once años, antes de terminar septiembre, llegó a casa una bóxer atigrada de 3 semanas. Fue un regaló que el Tío Rubén Pérez Pérez le hizo a mi hermana con motivo de su cumple. Aunque también fue un regalo para toda la familia. 

Le pusimos Nala porque atigrada y nos gustaba mucho el Rey León. 

Yo llevaba unas semanas en cama, me había tumbado una crisis de ansiedad/depresión que somatizo en un lindo coctel de migraña y vértigo. 

Mi hermana no estaba en las mañanas pues iba a la preparatoria o universidad y mis papás asistían al trabajo. Yo me quedaba en cama y no podía estar más que del lado izquierdo porqué al girar al derecho me mareaba, me costaba estar sentado, tenía nauseas constantemente, se me movía todo, si me paraba me caía por qué no tenía equilibrio. Era una piltrafa humana o al menos así me sentía. Vivía de líquidos, Gerber de guayaba, gelatinas y galletas María por qué no soportaba tragar otra cosa.  

Pero de sólo escuchar a Nala chillar por estar sola en el patio, fui agarrando -poco a poco- valor para salir de la cama para tenerla conmigo en mi cuarto mientras llegaba Belén. Las primeras veces me arrastraba y las escaleras las bajaba sentado, después me animé a usar bastón y la movilidad fue mejor. 

De una u otra forma, Nala fue la que me dio un motivo para recuperar energías, ánimo y sentido de vida. 

Años después, a la casa llegó Mafalda (una linda Beagle) y la recibió como a una hija. La cuidó y le aguantó todas las maldades posibles. 

Durante casi once años, Nala ayudó a unirnos como familia, a mejorar nuestra convivencia, a encontrar otras formas de ver la vida.  

Nala no fue una perrita común, pues nunca perdió su carita ni las energías de cachorra. Nunca dejó de ser traviesa. 

Hace unos meses, creemos por el constante ruido que provocó la reconstrucción de la casa vecina, comenzó a presentar convulsiones. La revisaron de todo, se consiguieron tres opiniones distintas y todos decían que estaba en perfecto estado. 

Después de salir adelante, de estar muy estable y hasta haber como renacido, volvió a tener muchos ataques en corto tiempo y eso derivó en una insuficiencia respiratoria.  

La vida, Dios y ella decidieron que era tiempo de irse. 

 

II 

Antes de la partida de Nala he sufrido la muerte de muchos compañeros de otras especies: tortugas, pescaditos, pajaritos (canarios, cenzontles, cardenales, calandrias y pericos) y un conejo que incluso subió a morirse a mis manos.  

Siempre he sido una persona sensible y a todos les lloré muchísimo. A veces, incluso, siento que mis papás creían que exageraba. 

Es extraño voltear por alguna parte de la casa y no ver a Nala.  

Falta el ruido de cuatro patitas y, los reclamos y exigencias de Nala. 

Esta columna es un homenaje para ella, sí, pero también una terapia para mí.  

Si la escritura no sirve para curar el alma, entonces cuál es su pinche sentido. 

 

III 

Nala llegó en una etapa de oscuridad en mi vida. 

Nala ha partido en una etapa de más luz y paz en mi vida.  

Ella me vio sacar tarots e incluso me veía cuando hacía consultas para mí. Cuando llegaron unos Merlín en forma de Elfo los miró con mucha curiosidad y de vez en cuando les daba un lengüetazo. 

Su partida la he ido curando, entendiendo y creyendo que ella vino a cumplir su misión y ahora ha regresado a descansar un poco; pero que no se olvida de Belén, Mamá, Papá o de mí y ahora es una guardiana de nuestros sueños y que junto con nuestros guardianes de vida (todos los seres queridos que se nos han adelantado) y guías espirituales están cuidando nuestros pasos y ayudando a desbloquear caminos y abrir puertas. 

 

IV 

Mi madre en su inmensa sabiduría me dijo: ahora te toca honrar la misión de Nala y evitar venirte abajo para que tenga sentido su esfuerzo y amor incondicional. 

Hoy toca eso por Nala, por mí, por mis padres, mi hermana y para también hacer que los años que aún seguirá Mafalda con nosotros sean maravillosos y se llenen de hermosos recuerdos tanto para ella como para nosotros. 

 

V 

Gracias Nala porque tu vida simbolizó mi renacimiento.  

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