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jueves, marzo 28, 2024

De novelas históricas, memoria y recreación

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Quizá dos de las mejores novelas históricas jamás escritas fueron Yo, Claudio, de Robert Graves (y su continuación Claudio el Dios y su esposa Mesalina) y Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar.  

 

I. Las novelas de Robert Graves

Claudio el Dios nos cuenta el reinado de César Augusto, de Tiberio y de Calígula. El primero fue un gran gobernante; el segundo era eficaz y perverso, presa de sus pasiones. Claudio, cojo y tartamudo, es visto con desprecio por Livia, la esposa de Augusto. Gran fortuna para él, porque todos los demás, como Germánico y tantos otros, fueron desaparecidos por los venenos de esta mujer maquiavélica, antecedente de los Borgia. Claudio el Dios y su esposa Mesalina nos cuenta su llegada al poder, hasta su muerte y la asunción de Nerón. Extraordinarias novelas, que pueden leer, amigos de Hipócrita lector, pero también ver en una serie de la BBC de los años ochentas, que se encuentra en You Tube y dura 13 horas. Claro, ha envejecido. Sin embargo, la actuación de Derek Jacobi como Cla-Cla-Claudio, es espectacular.  

 

II. Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar

Para mí la mejor novela de esta escritora belga francesa es L’oeuvre au noir, traducida como Opus Nigrum. Sin embargo, su novela más conocida es Memorias del Emperador Adriano. Para aprender a pensar como él, leyó todos los libros que Adriano tuvo que haber leído: 1,500 libros que leyó en griego y en latín.  

La perspectiva es bien conocida. Adriano, viejo, en la carta que le escribe a Marco Aurelio y que es la novela misma, le dice: “comienzo a percibir el perfil de mi muerte”. A partir de ese planteamiento inicial, le va contando la vida a quien también será emperador y gran filósofo estoico. Se la cuenta sin tapujos, un hombre que se enamoró de Antínoo con pasión desmedida, que logró llegar al poder gracias al apoyo de una mujer, Plotina. Desde ese poder, reorganizó al Imperio Romano a partir de disciplina, ciertos valores y eficacia administrativa.  

 

III. ¿Graves o Yourcenar? 

Las dos son extraordinarias novelas históricas. Yo, Claudio apareció en 1925 y Opus Nigrum en 1951. Es decir, la primera fue escrita antes de la Segunda Guerra Mundial y la otra después. La obra de Yourcenar es mejor porque está cargada de desesperanza. La barbarie se apoderó de Roma de la misma manera que lo hizo con Europa en la década de los 40 del siglo pasado. Es mejor también la de Yourcenar porque el énfasis es que el Emperador quiere saber más de sí mismo, mientras que Claudio quiere sobrevivir y dejar testimonio de lo que vivió; su campo visual es más reducido.  

 

IV. Todas las novelas son históricas

Cualquier obra lo es, porque está determinada por el tiempo en el que fue escrita y aquel en el que sitúan la acción de los personajes. ¿No son históricas también Guerra y paz, de Tolstoi, o Vida y destino de Grossman? ¿No son históricas las novelas de Balzac o las de Jorge Amado? Las cuatro describieron a Rusia en distintas épocas, a Francia y a Brasil.  

Ahora bien, ¿qué tienen en común las obras y autores que he mencionado? Que suplantaron a la realidad. La realidad de la derrota de Napoleón es la que nos contó Stendhal en La Cartuja de Parma y la vida en el país de la samba y de las caipirinhas es lo que nos ha contado Amado. La realidad ha sido sustituida y reemplazada. Es lo que logran las mejores novelas históricas.  

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