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jueves, abril 25, 2024

23 de abril, día mundial del libro

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I. Dos celebraciones en México

A nivel mundial, se instituyó el 23 de abril como el día del libro porque se conmemoran el aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes, de William Shakespeare y del inca Garcilaso de la Vega. Agrego, también –aunque no es parte de la conmemoración propiamente dicha–, el aniversario del nacimiento de uno de los grandes escritores del siglo XX, Vladimir Nabokov, el autor de Lolita y Mira los arlequines. Es el día de San Jorge y en Barcelona surgió la idea de dar una rosa ese día a cualquier persona que compre un libro, lo que se ha replicado en todo el mundo. 

Como nuestra escritora mayor, Sor Juana Inés de la Cruz, nació un 12 de noviembre; Margarita López Portillo, entonces hermana del presidente, instituyó esa fecha como nuestra conmemoración nacional, por lo que la Cámara de la Industria Editorial regala un ejemplar ese día a quienes compren un libro –en lugar de la rosa–. De modo que México tiene dos celebraciones para festejar al libro.  

  

II. El Festival de la Rosa de la UNAM

Este viernes, sábado y domingo tuvo lugar en el Centro Cultural Universitario de la UNAM este festival. El viernes participé como autor –Alberto de la Fuente presentó mi libro El buffet literario–. El sábado participé como editor, presentando la novela Catatónico, del autor y médico poblano Diego Emilio Ruiz, publicado por mi editorial, El tapiz del Unicornio. Hoy participé como oyente, atestiguando una charla de Andrés Ordóñez y Francisco Quijano sobre cómo se construyó lo que hoy llamamos Nueva España y el homenaje a Álvaro Uribe, colega escritor y editor, que hizo mucho por las letras mexicanas y por la editorial ERA. 

Ante las miles de personas que nos dimos cita en estos tres días, con una organización estupenda y los escaparates (¿por qué decir stands?) de libros, intento recuperar mi fe en el poder del arte, el pensamiento y la cultura. Aunque las continuas desapariciones y muertes, como la de Debanhi Escobar, nos dejan ya no sólo indignados, sino impotentes y deprimidos.  

 

III. La lectura y el libro 

Festejamos la lectura, pero ésta sólo es posible gracias a los libros. En las últimas décadas, el gran Alberto Manguel –quien fue lector de Borges y, muchos años después, llegó a ocupar el mismo cargo que él (director de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires)– nos ha ofrecido un buen número de títulos que celebran la lectura y el mágico poder de los libros. 

Ahora bien, hace apenas en 2019, la ensayista española Irene Vallejo regaló a sus lectores un libro excepcional: El infinito en un junco, un texto imperdible, por lo que ruego a los lectores de Hipócrita Lector que lo lean y lo relean, no tiene desperdicio.  

Con notable erudición, esta filóloga de lenguas clásicas nos ofrece una historia del libro en sus distintos formatos: la tablilla de arcilla en la que se escribía en caldeo con escritura cuneiforme: los papiros, surgidos en Egipto porque el junco se cultivaba en la ribera del Nilo; los pergaminos, pieles curtidas en Pérgamo sobre las que se podía escribir, el libro de papel y lo que ella llama “el libro de luz”, es decir, el Kindle, la tableta o la computadora en la cual podemos leer también.  

Celebramos con alegría el libro y la lectura. 

Nadie lo dijo mejor que mi autora favorita, Marguerite Yourcenar, en el libro de entrevistas Los ojos abiertos: “Cuando se ama la vida, es normal que se lea mucho”.  

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