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jueves, abril 25, 2024

Griselda Corro Hernández, tecnología para restaurar el equilibrio ambiental

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Griselda Corro Hernández nació en la ciudad de Puebla un 4 de agosto, “hace ya algunos añitos”, dice. Y agrega: “Como buena poblana, tengo siempre en mi mente la vista de los volcanes, mi casa siempre llena de flores y la exquisita comida que mi mamá nos preparaba. Sueños, planes y recuerdos lindos…, entre ellos un piano que estaba en la sala de la casa siempre esperando, según yo, a que ejecutara conciertos ‘maravillosos’. Claro que yo tocaba lo que se podía. Hasta hice algunas cancioncitas que cuando las tocaba, me hacían llorar, hasta que oía la voz de alguno de mis hermanos: “¡Ya cállate!”

Ahora, la doctora Corro es conocida en el mundo de la ciencia por sus investigaciones enfocadas a la generación de tecnologías innovadoras para solucionar los problemas que afectan tan devastadoramente al planeta: la contaminación ambiental, el calentamiento global, la escasez energética y la consecuente pobreza, sin olvidar los problemas de salud de la población. Ha diseñado tecnologías innovadoras que desarrolló en los dos laboratorios de Catálisis y Energía construidos por ella misma, durante la gestión de 32 proyectos de investigación, apoyados por el Conacyt, la Semarnat, la Sener, Pemex, el Consorcio Volkswagen y por la BUAP. Estas propuestas han sido planteadas en más de 80 publicaciones en revistas internacionales de alto nivel y ha logrado seis patentes y cinco registros adicionales.

La formación incial de Griselda fue en la Angelópolis. Desde la primaria hasta la preparatoria las cursó en el Colegio Americano y tiene muy buenos recuerdos de aquellos años. “Hasta la fecha sigo platicando con los amigos de infancia por medio de un chat”. Y llegó el momento de decidir los estudios universitarios, recuerda. “No sabía para dónde ir. ¡Tenía que estudiar algo que ayudará a realizar mis sueños y a contestar algunas de las mil preguntas que me hacía desde los ocho años!” Al final se decidió por Química en la BUAP, aunque tenía ganas de ir a Física o Medicina. Así, realizó sus estudios de licenciatura en la BUAP, y obtuvo el grado de licenciatura en Química con menciones honoríficas por su tesis y sus conocimientos. Más adelante obtuvo la maestría en Ciencias Químicas, con especialidad en catálisis, en la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa. Y después se fue a Francia, a la Universidad de Poitiers, donde se doctoró en Ciencias Físicas, con la mención otorgada de “Très Honorable”, el máximo reconocimiento de las universidades francesas.

Ahora recuerda con cariño a sus maestros. “¡Vaya que si he tenido maestros, y los quiero mucho! A quienes más recuerdo son al ingeniero Luis Rivera Terrazas (mi maestro de Física) y a Raymond Maurel (mi director de tesis doctoral). Ellos me ayudaron a contestar mis preguntas y a seguir construyendo sueños.”

 

Griselda Corro se incorporó al Instituto de Ciencias de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) en 1997, por medio del programa de Repatriación de Mexicanos del Conacyt y desde entonces ha trabajado como profesora e investigadora en el área de Fisicoquímica del posgrado en Ciencias Químicas, en particular en el doctorado en esas materias, del cual es cofundadora. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores Nivel III y tiene el reconocimiento como profesora en el Programa para el Desarrollo Profesional Docente.

Una de sus contribuciones más importantes en la aplicación de tecnologías innovadoras para la solución de los problemas antes mencionados, está en el campo de las energías renovables. La patente número 349389, “Proceso para la producción de biodiésel mediante radiación solar como fuente de energía”, describe un proceso que aplica la energía solar a la biomasa para la producción de biodiésel de alta calidad. La utilización de la energía solar evita la utilización de la electricidad de la red urbana, lo que resulta en un bajísimo costo del biodiésel producido (5 pesos el litro comparado con los 15 pesos el litro del biodiésel convencional).

Debemos tener presente que la emanación de gases tóxicos generada por todas las formas de transporte representa 80% del total de contaminantes atmosféricos.

Para la generación del biocombustible utiliza aceite reciclado que desechan en restaurantes o lugares donde se hacen frituras. Si bien desde hace muchos años se sabe que se puede producir un combustible con aceite, la innovación de su técnica consiste en el proceso fotoactivo: es decir, no usa electricidad para los métodos de reacción, sino energía solar. A fin de llevar a cabo todas estas iniciativas a escalamiento industrial Griselda diseñó y construyó una planta piloto en el Ecocampus de la BUAP. El biodiésel producido se comercializa como combustible para motores de tractores y vehículos agrícolas, mediante el registro de la marca “Biodiésel BUAP”. Este proceso genera empleos y es una fuerte contribución al abatimiento de la contaminación ambiental, al calentamiento global, a la escasez energética, a la pobreza y a los problemas de salud de la población.

Corro ha desarrollado otras innovaciones para la generación de energías renovables y se enfocan en la combinación de la energía solar, los fotocatalizadores y la biomasa para la producción de biocombustibles usando la radiación solar. Ya registró las patentes “Proceso de producción de biogás a través de la delignificación fotocatalítica de biomasa” (patente núm. 366738) y “Proceso para la producción de biodiésel utilizando fotocatalizadores de óxido de zinc-sílice” (patente núm. 366740), con lo que se evita el uso de la electricidad de la red urbana, y se reducen significativamente los gastos de producción.

 

En 2002 recibió el Premio Nacional IMIQ Ing. César O. Baptista Montes por su trabajo técnico de excelencia en ingeniería química. Pero hay más y muy importante. También ha diseñado innovaciones tecnológicas para la remediación del agua y el suelo, y se ha basado en la transformación de desechos extremadamente peligrosos para el medio ambiente, para obtener productos de valor agregado. Con ello logró las patentes “Proceso electrolítico para la producción de hidrocarburos a partir de aceite de lubricación de desecho” (patente 381109) y “Proceso para producir un fotocatalizador altamente activo a partir de desechos de baterías de níquel-cadmio” (patente 374846).

Sus desarrollos se enfocan en la fotosíntesis artificial. Estos procesos llevan a cabo la síntesis de hidrocarburos usando un fotocatalizador, agua, dióxido de carbono (CO2 ) y energía solar. El objetivo es disminuir el CO2 en la atmósfera, mediante su captura y generación de productos de valor agregado (metano, metanol, etanol). Estas investigaciones han generado una solicitud de patente (MX/a/2015/003450) y la han llevado a la creación y construcción de reactores en el Laboratorio de Catálisis y Energía de la BUAP.

Actualmente, la doctora Corro dirige el proyecto nacional Cluster Biodiésel Avanzado con apoyo del Conacyt y de la Secretaría de Energía. Sus más de 80 publicaciones indizadas desde diciembre de 2020 le han valido más de mil 700 citas. Cuando habla del  desempeño de las mujeres mexicanas en la ciencia, afirma que “una mujer científica no es un ratoncito de laboratorio mal pagado. Está creciendo el número de mexicanas que se dedican a la investigación científica, a pesar de todo, a pesar de las mínimas acciones sociales para apoyar, motivar, proteger el deseo de las niñas y jóvenes, de ayudar al mundo, a través de la ciencia, a realizar todos sus sueños.”

Como toda buena científica Griselda no ha descuidado la formación de recursos humanos: ha dirigido diez tesis doctorales, cinco tesis de maestría en ciencias y cinco tesis de licenciatura. Imparte clases en el posgrado en Ciencias Químicas, participa activamente como árbitro de proyectos Conacyt y de revistas internacionales indexadas y mantiene colaboraciones activas con investigadores nacionales y extranjeros como el doctor José Luis García Fierro, del Instituto de Catálisis y Petroleoquímica en Madrid.

Debido al confinamiento provocado por la pandemia la doctora Corro siguió ejerciendo sus pasatiempos preferidos: “el pianito y la caminata”, pero agregó uno nuevo: plantar árboles frutales. Finalmente recapitula: “Ya han pasado bastantes años. ¿Qué sí contesté las preguntitas de mi infancia? Sí, algunas. Todavía faltan bastantes, pero creo que voy por buen camino.” “¿Mis sueños? Se realiza uno y surgen diez más. Lo bueno es que son chiquitos y no muy difíciles de lograr.” (HV)

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