ALDO BÁEZ*
En medio de tempestades y crisis, a finales de los años ochenta, un grupo de jóvenes se reunió en la librería Reforma (ahora, hotel Meliá) del Paseo de la Reforma, con la idea de crear un espacio y una expresión periodística que atendiera al campo del fenómeno contracultural, es decir, de la cultura real y viva.
Carlos Martínez Rentería (1962-2022) figuraba dentro los más estridentistas del grupo que a lo largo de las últimas tres décadas proclamarían su voz sobre temas que aún no acabamos de asimilar y, tal vez, nunca lo haremos. Generación se llamó el periódico que después se transformaría en revista, como eco de que las expresiones marginales caminaban con mayor soltura.
Legalización de la mariguana, bandera permanente de este proyecto irreverente; lo marginal, amante de lo prohibido; los tabúes, asuntos que se dicen fácil y es casi imposible sostener; aunque, en realidad, no tener futuro -en el sentido neoliberal- unió no solo a estos jóvenes, sino que en cada número incluyeron un sinfín de voces y actos que dieron vida y cuerpo a Generación. Gritos y reclamos inundaron, en los casi 160 números y más de treinta años, cada ejemplar de Generación.
No es difícil pensar que quizás ello provenía de la ironía de aquella contienda de los años veinte, cuando Contemporáneos y Estridentistas disputaban el mundo cultural; al final el país transitó entre ambas posturas y Generación, fiel a sus principios, nunca ha abandonado esa ruta.
Crítica y coherente, ganó su lugar frente a los proyectos que han intentado desde siempre monopolizar la expresión cultural; Generación siempre fue irrespetuosa con los proyectos legitimadores, y respetuosa y solidaria con todos aquéllos que pretendían expandir las expresiones plurales en un país pluricultural; sabedores que los únicos que no entendían nada del asunto eran las instituciones culturales, celebraban y presentaban sus revistas en antros, restaurantes, plazas, y con varios animadores, algunos de renombre como Monsiváis o Enrique Serna, Héctor Manjarrez o Christopher Domínguez, Jorge Volpi o Guillermo Fadanelli, Armando González Torres, Roberto Vallarino, inclusive Gloria Trevi, en fin, era y no era eso.
En 2021 se presentó en Puebla el número de la revista donde recordaba los 100 años del estridentismo, movimiento liderado por don German List Arzubide y el veracruzano Maples Arce, y aparecido en las calles de la ciudad poblana (la otrora llamada La culta Puebla), a invitación del Instituto de investigaciones sociales de la BUAP, convocados por el crítico y pensador Julio Glockner, en un homenaje digno de ambas expresiones: el movimiento estridentista y la revista Generación. Música, tragos, charlas y amigos animaron lo que sería el último acto del director de la revista, que como siempre se declaró ufano y anti intelectual y, sobre todo, firmemente contracultural, siempre en espera de una generación que proteste, que no calle, que no olvide y recuerde, reviva su historia y los valores culturales que le otorguen algo que Martínez Rentería siempre pedía: personalidad.
Carlos con sombrero, descansa en paz, Generación sigue y los estridentistas permanecen.
