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jueves, abril 25, 2024

¿Fiesta, forever? Lionel Richie nos mintió

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Después de los 40, salir de noche es una decisión que se debe tomar con seriedad.  

Lejos quedan los arrebatos de lanzarse sin red a la pista de baile sin tomar en cuenta una lista de posibles riesgos que no se sabe bien si es bueno tomar.  

En primer lugar, está el tema de la movilidad: irse en carro es lo más conveniente para poder aplicar la graciosa huida en cuanto así se deseé sin temor a que las amigas te intercepten cuando trates de pedir el UBER y te convenzan de quedarte un rato más con la idea de que se retirarán todas en bola en un rato, por seguridad.  

La cosa es que, si vas en carro, debes contemplar no empinar el codo demasiado porque seguro habrá retenes y si te agarran podrías pasar una noche en el torito y con una multa que no valdrá la pena pagar.  

Después hay que prever que ya no se tienen 20 años como para ir tirando rostro y echando tiros sobre unos tacones de impacto: la circulación en las venas ya no es la misma, así que si no quieres acabar como pollo espinado a media fiesta y padeciendo un dolor inclemente la mañana siguiente, hay que elegir un zapato cómodo, que no te hará ver sexy, sino como abuela o como secundarita, pero es lo que hay.  

Luego, las finanzas.  

Si van puras mujeres lo más probable y justo es que cada una pague lo suyo. Y si eres de gañote rasposo y aventurero, mínimo te tomarás unos cinco tragos, que en estos días ya no bajan de 120 la copa, dependiendo el antro, así que hay que presupuestar unos mil pesos promedio por si sales a darte un salto a los tacos de la esquina.  

Pero no hay drama, la fiesta y la sana convivencia valen eso y más.  

Pasar un rato castigando la baldosa es un mecanismo eficaz para liberar el estrés… lo malo es cuando te pasas de alegre y sigues pidiendo más y más trago y baile y baile hasta reventar.  

Por un momento, una pierde la noción de los achaques postreros dadas las endorfinas liberadas. Es como si de repente, la música y el ambiente te regresaran a ese estado de gracia e invulnerabilidad que dota la juventud, sin embargo, es un espejismo, una broma cruel de la noche.  

Supongamos que se libraron todos los inconvenientes: no acabaste vomitando en el baño, no se pasaron de lanza con la cuenta, bailaste como huehue de carnaval all night long y libraste los retenes.  

Como quien dice, a eso de las tres de la mañana ya estás en casa, sana y salva, aparentemente entero, y listo para descansar hasta el mediodía del domingo.  

Ajá, ajá.  

Nada más falso… pues, después de los 40, las toxinas tardan en abandonar tu decrépito cuerpo más horas que antes.  

Y amanecerás cruda, aunque no te hayas puesto una borrachera de agarrapollos 

La vida es cruel, pero sabia, y a partir de cierta edad más nos vale elegir bien las batallas.  

Cosas de señora premenopáusica.  

¡Fuck you, Lionel Richie! 

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