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jueves, marzo 28, 2024

El génesis de una novela: la defensa de Vladimir Nabokov

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| Hugo Vargas*

Hacia 1927, Vladimir Nabokov empezaba a recibir ingresos por sus primera novelas rusas, Mary y Rey, dama, valet, sus dos primeras novelas, empezaron a generar ingresos, pues algunos diarios alemanes compraban los derechos de las narraciones para publicarlas por entregas.

Mientras tanto, se dedicó a seguir el encuentro por el campeonato mundial de ajedrez entre Alexander Alekhine y José Raúl Capablanca, el más largo de la historia del juego hasta la muerte de Nabokov, pues luego sería superado por el campeonato entre Karpov y Kasparov en 1985. En el duelo de 1927 Alekhine resultó triunfador.

Por esas fechas escribió el poema “El caballo de ajedrez”, claro precursor de La defensa, y luego una entusiasta reseña de Capablanca and Alekhine, de Znosko-Borovski, en la que destaca la distinción que hace el autor entre “en el espacio y en el tiempo”, su insistencia en la artería del juego de Capablanca y en el don especial para la combinación de Alekhine.

Con los ingresos por sus novelas, además de pagar deudas, el escritor se pudo financiar una expedición para cazar mariposas en Francia, en febrero de 1929.

Durante ese viaje empezó a escribir su siguiente novela: Zashita Lúzhina (La defensa).

Aunque ya tenía una idea previa, en ese viaje a Francia decidió “fundir un tipo diferente de inversión de su infancia con la idea del genio loco del ajedrez que aparece en su poema ‘El caballo de ajedrez’”.

“Recuerdo con especial nitidez —escribe a su madre— una gran roca inclinada entre colinas cubierta por encinas y acebos, donde tuve la primera inspiración”. Y pocos meses después:“Estoy terminando, terminando… en tres o cuatro días pondré el punto final. Después de eso pasaré mucho tiempo sin bregar con temas tan monstruosamente difíciles, sino que escribiré algo tranquilo, que fluya sin contratiempos. A pesar de todo, estoy contento con mi Luzhin, pero ¡qué cosa más complicada!” Vera, su esposa, escribió a su suegra: “La literatura rusa no ha visto nada parecido.”

La novela fue publicada en la revista Sovremennye Zapiski (Anales Contemporáneos) en tres entregas durante 1929 y ha merecido muchísimos comentarios materializados en montones de kilos de papel. Y de Alexander Ivánovich Luzhin, su protagonista, ¿qué no se ha dicho?

No es un niño, no es un adulto y no puede existir sin el ajedrez. El personaje está basado en Curt von Bardeleben, un ajedrecista, a quien Nabokov conoció, que se suicidó saltando desde una ventana en Berlín el 31 de enero de 1924.

Luzhin es incapaz de afrontar la vida o al resto de la gente, parece no ser humano pero por eso tanto más humano. Nos reconocemos en él de alguna manera: resume toda nuestra vulnerabilidad. Extraño, hosco, torpe, con un interés superficial por las cosas de su mundo, Luzhin es totalmente verosímil, calculando una variante, o respondiendo a la pregunta que le hace su futura esposa, que quiere saber cuánto tiempo lleva jugando ajedrez.

“Él no le respondió, sino que le dio la espalda, y ella se sintió tan confundida que comenzó a recitar la lista de predicciones meteorológicas para el día anterior, aquél y el siguiente.

Él continuó en silencio, y ella calló también; luego comenzó a registrar su bolso, buscando con desesperación un tema de conversación y sólo encontró un peine roto, pero de repente Luzhin se volvió hacia ella y le dijo: —Dieciocho años, tres meses y cuatro días.” Durante su vida en Estados Unidos Nabokov recapituló sobre esta novela y aseguraba que se sentía como Adolf Anderssen Estatua del escritor ruso Vladimir Nabokov., “quien se ve obligado a aceptarlo una y otra vez en las páginas de una infinidad de manuales, con un signo de interrogación como monumento”. (Ese signo tipográfico a continuación de un movimiento de ajedrez significa que ha sido un mala jugada.)

Recordaba también que a finales de la década de los treinta un editor estadounidense mostró interés por La defensa, pero resultó “pertenecer a esa clase de editores que desean convertirse en la musa masculina del autor, y nuestra breve relación terminó abruptamente cuando me sugirió que sustituyera el ajedrez por la música y convirtiera a Luzhin en un violinista demente”.

Y, por supuesto, tenía que responder a las frecuentes preguntas acerca de qué tanto de él había en Luzhin: “He cedido a Luzhin mi institutriz francesa, mi ajedrez de bolsillo, mi carácter dulce y el hueso de un melocotón que tomé de mi propio huerto.

La traducción al inglés aparecería en septiembre de 1964. John Updike escribió en The New Republic: “Sin duda… el mejor escritor de prosa inglesa de nacionalidad americana… Escribe prosa de la única manera en que debería escribirse, es decir, con gran entusiasmo. Por la intensidad de su inteligencia y su reflexiva ironía, la narrativa de Nabokov es única en esta década, y con escasos precedentes en la literatura norteamericana”.

La edición española se publicó en Barcelona en 1990, traducida por Sergio Pitol para Anagrama, y en 2001 se estrenó la cinta La defensa de Luzhin, con John Turturro y Emily Watson en los estelares, dirigidos por Marleen Gorris, quien contó con la asesoría del GM inglés Jonathan Speelman.

En el filme, a diferencia de la novela, durante la partida decisiva en el match Luzhin-Turati por el campeonato mundial, aparece la siguiente posición, que fue preparada por Speelman.

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